La comparación del crecimiento entre 2018 y 2019 no deja lugar a dudas, ha explotado la burbuja del emprendimiento
En el periodo comprendido entre enero 2018 y agosto del mismo año se habían dado de alta 502.869 autónomos y causaron baja en el régimen 466.616, lo que suponía un saldo positivo de 52.725 autónomos.
En el presente año los datos de crecimiento se desploman y las altas en el colectivo tan sólo alcanzan las 431.633, mientras que las bajas han sido 437.283, lo que significa un saldo negativo de 5.650 activos.
La estructura de las entradas y salidas del colectivo en los últimos años nos lleva a realizar una aproximación de lo que ocurrirá en la última parte del año en la que tradicionalmente las bajas suelen superar en un 30% las altas que se producirán.
Sólo en dos sectores de actividad es donde se aglutina la mayoría de las caídas en nuestro sistema. El comercio minorista en lo que va de año ha perdido casi 12.000 pequeños establecimientos y la industria manufacturera se ha desplomado en 15.000 trabajadores por cuenta propia menos.
La ya denunciada “burbuja del emprendimiento” está aquí y parece que ha llegado para quedarse, el presidente de UPTA, Eduardo abad, alerta de la situación que atravesamos, en la que “en los últimos años parece que, por encima de todo, lo importante era tener datos de afiliación al sistema en positivo, sin preocuparse de observar detenidamente la sobredimensión que en algunos sectores se estaba dando”.
En una situación de supuesto crecimiento de la economía, los salarios y los ingresos de las familias no aumentaron lo suficiente para poder cubrir la oferta de bienes de consumo y servicios que se ha generado.
La situación global de la economía de nuestro país no es muy distinta a la que teníamos en los últimos cuatro años, las tasas de crecimiento no son aparentemente peores a las de anteriores periodos, pero la realidad es que el mundo del trabajo autónomo a pesar de las medidas adoptadas por los gobiernos centrales y autonómicos continua sin tener un rumbo claro que haga cambiar la forma de emprender, que priorice la calidad en el emprendimiento y no la cantidad, que como salta a la vista es una de las lacras que se producen como consecuencia de esta burbuja. Seguimos teniendo dificultades para comprender como desde las comunidades autónomas se contribuye millonariamente al fomento de más emprendedores al mercado de trabajo por cuenta propia sin analizar lo que se está produciendo en su territorio, que en la mayoría de los casos no solamente arrojan datos de crecimiento negativos, además los autónomos que deciden emprender apenas duran en el mercado de trabajo tres años.
Abad insiste “es necesario revisar urgentemente las políticas de fomento de empleo y desarrollar un plan nacional de empleo autónomo a largo plazo, que sea participativo y que obedezca a los intereses comunes y no a los datos de empleo territoriales y central”.