Actualmente, más de 473 mil autónomos se benefician de la Tarifa Plana, a pesar de que la tasa de supervivencia, según datos del 2019, apenas llega al 15% una vez desaparece esta ayuda. Todo apunta a que los datos de hace dos años serán muy similares a los que tendremos al terminar el 2021, con unos 525 mil trabajadores por cuenta propia beneficiándose de la misma.

Por el contrario, el saldo anual de 2021 terminará con una de las cifras más bajas de los últimos años en cuanto al número de altas totales en el RETA.

En el año 2018 tuvimos 736 mil altas y 612 mil bajas; 2019 concluyó con 701 mil altas y 687 mil bajas. El pasado año 2020 y en plena pandemia, hubo 561 mil altas y 559 mil bajas, siendo el número total de beneficiarios de la Tarifa Plana de 500 mil autónomos de media anual. Desde UPTA calculamos que, en 2021, no se superarán las 600 mil altas y se llegará a las 540 mil bajas siendo el saldo positivo en más de 60 mil activos.

La rotación en el trabajo por cuenta propia continúa siendo uno de los principales problemas del colectivo. Es incomprensible que, tras una inversión de 2.700 millones de euros en dos años, la Tarifa Plana solo aporte una tasa de retorno de 80 mil negocios autónomos consolidados.

Eduardo Abad, presidente de UPTA, “sin duda, esta es una de las grandes mentiras que nos han contado en los últimos años. Esta ayuda solo sirve para obtener buenos datos de afiliación al RETA. Han utilizado la figura del autónomo para sustituir a los trabajadores por cuenta ajena”.

Según los cálculos de UPTA, al menos el 20% de los beneficiarios de la Tarifa Plana no cumplen los requisitos establecidos por la Ley 20/2007 de 11 de julio, del Estatuto del Trabajo Autónomo y son realmente falsos trabajadores por cuenta propia, siendo los sectores más afectados: el transporte, la construcción, las profesiones liberales, la educación, las actividades científicas y técnicas, los abogados o los periodistas, entre otros.

Eduardo Abad, “esta ayuda universal ha sido un auténtico fiasco como medida de promoción del empleo autónomo de calidad, y únicamente beneficia a los empresarios que así ahorran en cotizaciones sociales y costes empresariales fomentando la precariedad laboral. Es imprescindible cambiar esta fórmula por otra a través de incentivos del SEPE, una solución que no rebaje la cuantía al inicio de la actividad, que esté diseñada para que se pongan en marcha actividades económicas sólidas en su planificación y desarrollo, que aporten valor al tejido productivo y generen riqueza económica.”